miércoles, 22 de abril de 2015

        Cibergrafia

1) bibliografia Cuello de Botella:
http://naturalezayracionalismo.blogspot.mx/2008/07/efecto-fundador-y-cuellos-de-botella-en.html

2) http://www.sesbe.org/evosite/evo101/IIID3Bottlenecks.shtml.html

3) https://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20110221094014AAtNc8I

4) https://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20080707174517AAGT9vD

5) http://ceambientalblog.blogspot.mx/2013/02/cuellos-de-botella_20.html
Universidad Nacional Autónoma de México
Colegio de Ciencias y Humanidades 
Plantel: Vallejo
Grupo 699
Integrantes del Equipo:

Robles Castillo Cecilia
Romero Villalobos Mauricio
Escalona Torres Miranda
Peñaloza Oceguera José Arturo

Profesora:
Xochitl G. Hernandez Ibarra

                                                     Ejemploa del cuello de botella:


Los elefantes marinos del norte tienen poca variabilidad genética, probablemente, por un cuello de botella por el que les hicieron pasar los hombres en la década de 1890. La caza hizo disminuir el censo poblacional hasta tan sólo 20 individuos a finales del siglo XIX. Desde entonces, su población ha «rebotado» hasta más de 30 000, pero sus genes todavía llevan las señales de ese cuello de botella: su variabilidad genética es mucho menor que la de una población de elefantes marinos del sur que no sufrió una caza tan intensa.



Un ejemplo típico de CUELLO DE BOTELLA natural es el que sufrió el guepardo (Acinonyx jubatus) durante las glaciaciones del Pleistoceno. En épocas precedentes, los guepardos estaban mucho más diversificados y eran más abundantes, tanto que su área de distribución abarcaba toda África, gran parte de Eurasia e incluso América del Norte. De entre las distintas especies de guepardos que existieron en el Plio-Pleistoceno, la que dio lugar al guepardo actual fue Acinonyx pardinensis, un animal de gran tamaño, más robusto pero menos veloz que el actual, disperso por África, sur de Europa y Oriente Medio. Con la llegada de los hielos, gran parte del hemisferio norte se congeló o pasó a un clima frío (taiga, tundra, estepa), mientras que en las regiones tropicales, la falta de agua retenida en los glaciares polares provocó un clima más seco. Como consecuencia, la mayor parte de los guepardos se extinguieron y sólo quedaron unos pocos miles de A. pardinensis (o quizá, sólo unos cientos) en Oriente Próximo y parte de África, mucho más delgados y estilizados (para consumir menos recursos) y veloces (para cazar animales pequeños y rápidos, más abundantes en condiciones de escasez) que la forma característica de la especie original. Habían perdido rápidamente muchos caracteres hasta entonces normales, que fueron sustituidos por otros raros (delgadez, tamaño pequeño, mayor velocidad) que hasta entonces eran eliminados o simplemente pasados por alto por la selección natural, y que ahora eran precisamente los más adecuados para sobrevivir. En la actualidad, la nueva especie resultante, Acinonyx jubatus, es uno de los mamíferos con menor diversidad génica, hasta el punto de que los individuos de esta especie son fácilmente contagiables de enfermedades por otros y que apenas sufren rechazo de órganos cuando se les trasplantan. Por si fuera poco, el guepardo ha sido cazado y expulsado de diversas zonas debido al avance de la agricultura, disminuyendo aún más su población. 
                                      Cuellos de Botella "Artificiales"

Esto último es un fenómeno que afecta o ha afectado a multitud de especies y poblaciones en tiempos recientes, que han sufrido un cuello de botella artificial. Dado que en el caso de la persecución humana no se tiende a matar a los individuos con ciertas características sino que se persigue a todos por igual, los descensos de población son aun más rápidos que en los cuellos de botella naturales y no llevan parejos una selección marcada de los caracteres de los mismos. Ejemplos de animales que han pasado por cuellos de botella debido a la persecución humana los tenemos en el elefante marino del norte (150.000 ejemplares descendientes de sólo 20 cuando se prohibió su caza en 1884), el bisonte europeo (3.600 descendientes de 12), el bisonte americano (370.000 de 750), el hámster sirio y las tortugas gigantes  de las Islas Galápagos. La diversidad genética en estos animales es reducida, hasta el punto de que en el bisonte europeo, por ejemplo, sólo existen actualmente dos tipos de cromosoma sexual masculino Y.

                                             
                                                       ¿Que es el cuello de botella?




En biología se dice que una población o especie ha sufrido una situación de cuello de botella cuando ha experimentado un drástico descenso en el número de miembros en algún momento del pasado, llegando en algunos casos a estar al borde de la extinción. Como consecuencia, los ejemplares de las generaciones posteriores al cuello de botella presentan una escasa variabilidad genética y la antigua proporción de alelos en el conjunto de la población ha cambiado considerablemente.

Los cuellos de botella aceleran la deriva genética y la evolución de las especies que los experimentan de forma considerable, pues se produce una selección intensiva de determinados caracteres que pasan a ser mayoritarios en los individuos supervivientes, mientras que otros menos favorables se reducen o desaparecen por completo (a menos que el cuello de botella haya sido causado de forma no natural, por ejemplo, mediante la caza o tala masiva de árboles practicada por la especie humana).



El efecto fundador es un concepto acuñado por el célebre Ernst Mayr para referirse a aquellas poblaciones que han sido originadas por unos pocos individuos para luego alcanzar un gran número. Estos casos son muy comunes en varias islas oceánicas colonizadas por algunas poblaciones divergentes que constituían una pequeñísima parte de una población más grande. Debido a que las poblaciones colonizadoras tienen más probabilidad de presentar frecuencias génicas diferentes entre individuos, la deriva génica es mayor a medida que la población va creciendo. Esto produce una disminución considerable de la variabilidad genética dentro de la población.
Una cuestión que se cumple en las diferentes poblaciones biológicas es que, en una población grande la deriva génica es mucho menor que en una población pequeña. Por lo tanto, en una población grande la variabilidad genética va a ser alta, mientras que en una población pequeña, la variabilidad será muy baja.

Un fenómeno muy similar, pero causado por cuestiones muy diferentes es el llamado cuello de botella. Un cuello de botella ocurre, por lo general, cuando una población queda al borde de la extinción u y luego se recupera. Este es el caso de los guepardos (Acynonyx jubatus), los cuales en tiempos pasados quedaron al borde de la extinción total, pero que lograron sobreponerse en cierta medida. Debido a que el número de sobrevivientes fue muy pequeño, del orden de unos pocos cientos o miles, las poblaciones actuales de guepardos presentan tasas endogámicas muy altas, y de paso, corren un doble riesgo: la alta incidencia de expresión de alelos recesivos, lo cual podría traer consigo un incremento en patologías y otros males para la especie; y por otro lado, la alta dependencia de las poblaciones de sus presas potenciales: las gacelas. Como son animales especializados, en caso de que sus presas se extingan, no tendrán la capacidad de adaptarse con rapidez y efectividad a la nueva situación, por lo que corren el gran riesgo de extinguirse en su estado salvaje.

Una cuestión que se cumple en las diferentes poblaciones biológicas es que, en una población grande la deriva génica es mucho menor que en una población pequeña. Por lo tanto, en una población grande la variabilidad genética va a ser alta, mientras que en una población pequeña, la variabilidad será muy baja.



Los cuellos de botella son sucesos relativamente frecuentes en la naturaleza. Constituyen sucesos naturales (y en ocasiones artificiales y sociales) y forman parte del gran conjunto de hechos naturales que determinan y han determinado los procesos evolutivos a lo largo de la historia de nuestro planeta. 

Ocurre, por lo general, cuando una población queda al borde de la extinción y luego se recupera. Ya te han citado al guepardo, pero también se da en poblaciones humanas 
Un ejemplo claro del cuello de botella en humanos lo constituye el hecho de que en la actualidad, la variabilidad genética de la población mundial es mucho menor a la variabilidad en chimpancés o gorilas, por ejemplo. Esto quizás se debe a que en algún momento de nuestra historia evolutiva, sufrimos alguna merma considerable en número, ya sea producto de enfermedades pandémicas o de otros factores de tipo ecológico. 


Un ejemplo es el de los Mlabri tailandeses, en los que existen tasas asombrosamente altas de endogamia y, por ende, de expresión de los alelos recesivos que causan enfermedades y males. Lo que ha originado tal escasez de variabilidad genética es el hecho asombroso de que dicha comunidad fue iniciada por dos personas: un hombre y una mujer, o quizás una mujer y dos o tres hombres. Durante algunos siglos, esta comunidad se ha desarrollado en una especie de aislamiento geográfico y reproductivo, lo que ha causado asombrosos parecidos genéticos entre los individuos que la conforman. 


                                                 "Cuellos de botella y evolución humana"


Las catástrofes naturales y cósmicas también pueden causar extinciones y cuellos de botella, a las que no escapa ni siquiera la especie humana. De acuerdo con la moderna teoría de la catástrofe de Toba, la macro erupción del super volcán Toba, en Indonesia, hoy reducido a un lago de cráter y que se calcula que tuvo una potencia superior en 3.000 veces a la del Monte Santa Helena, hizo disminuir la población humana mundial hasta unos pocos miles de individuos hace 75.000 años. En la misma época, muchas otras especies sufrieron también un descenso variable en su población.

Y es que los humanos no son inmunes a los cuellos de botella, y el del Toba no ha sido el único que  sufrió a lo largo de su historia. Durante la Edad Media, la Peste negra redujo un tercio la población europea de la época. Otro tanto le pasó a la de Islandia durante una gran erupción del Hekla en 1783 (unida a pestes y hambrunas), que acabó con el 20% de la población y aumentó la frecuencia de enfermedades genéticas entre los habitantes.